La ermita de San Isidro está dedicada al santo patrón de la ciudad, San Isidro Labrador canonizado en 1622. La primera ermita data del año 1528, cuando Isabel de Portugal manda a construirla junto al manantial que a día de hoy se considera milagrosa. La ermita actual es de principios del S.XVIII (1725) Se edifica por orden Baltasar de Zúñiga. Cada año se celebra cada 15 de mayo una verbena en honor al Santo.
Esta ermita junto con la de San Antonio de la Florida y de la Virgen del Puerto son las únicas que nos quedan en Madrid de comienzos del siglo XXI.
Crucero. En su base se lee la inscripción: Puenteareas al pueblo de Madrid 1993
La cúpula de la Ermita
Imagen de la Red
La Fuente de San Isidro. Permanece abierta solo en las fiestas del Santo
Detalle de la Fuente
Interior de la Ermita. Imagen de la Red
La procesión
En Madrid, su localidad natal, de la que es patrón, se celebra una romería en torno a la ermita erigida en su honor, en la Pradera de San Isidro junto al río Manzanares, cada 15 de mayo
Este año no podía ser menos. Son las fiestas más representativas . Un tiempo de celebración , en el que salir a la calle y participar en las diversas propuestas es casi una obligación. Conciertos, festivales, teatro, danza, circo, bailes y buena música no invitan a ello.
El pregón este año corrió a cargo este año de Carlos Baute el día 11 en la Plaza de Cibeles.
El pregón este año corrió a cargo este año de Carlos Baute el día 11 en la Plaza de Cibeles.
Son muchos los nombres por los que se conocen a los madrileños. En su origen los llamaban “manolos”, a consecuencia de un famoso sainete “Manolo” de Ramón de la Cruz de finales del siglo XVIII.
Manolos” se utiliza como sinónimo de guapo, valiente o chulo, los rasgos con los que se identificaba a las clases populares madrileñas, de un modo equivalente al concepto de majo. Para las mujeres se utilizaban los términos; “manola y maja”, (de ahí la maja desnuda de Goya).
Manolos” se utiliza como sinónimo de guapo, valiente o chulo, los rasgos con los que se identificaba a las clases populares madrileñas, de un modo equivalente al concepto de majo. Para las mujeres se utilizaban los términos; “manola y maja”, (de ahí la maja desnuda de Goya).
Un día en la pradera
Muchos madrileños van ese día a la Pradera de San Isidro para pasar el día comiendo un rico cocido al aire libre, visitar la ermita de San Isidro y poder beber el agua que mana de la fuente del santo buscando salud y la purificación. Allí podemos encontrar a muchas personas vestidas al modo tradicional y que se denominan chulapos o chulapas.
Durante ese día suena continuamente el chotis, el baile típico de Madrid que bailan con igual garbo jóvenes que mayores. La algarabía de los barquilleros y la música de los organilleros acompaña la fiesta durante todo el día.
Barquillero
Organillero
Trajes
- Las tontas van solamente pintadas con huevo pero no van bañadas, de ahí su nombre.
- Las listas están bañadas con un cobertura de azúcar que suele ser tradicionalmente de color amarillo, aunque también lo podemos encontrar en otros colores.
- Las rosquillas de Santa Clara van recubiertas con un merengue seco y son de color blanco.
- Las Francesas o del santo que se adornan con un rebozando de almendra picada.
Los Churros
Recuerdos de Antaño
"Pradera de San Isidro". Goya 1788.
Al fondo se aprecia perfectamente el Palacio Real, San Francisco el Grande... Estas romerías se remontan a 1575, y fueron recogidas por Goya en su obra "La pradera de San Isidro" (1788) donde muestra una vista de Madrid desde la ermita el día de la romería. Desde antes de 1622, fecha en la que el labrador Isidro ascendió a la categoría de Santo, se le veneraba acercándose la Pradera junto al río Manzanares.
Vista de la ermita de san Isidro el día del Santo Patrón. Dibujo litografiado por Chapuy, realizado en el siglo XIX.
Pradera de San Isidro de Paulino de La Linde, en el Museo Municipal de Madrid
Los acontecimientos son los tradicionales y este año hay una novedad como no podía ser otra manera
"Las noches de fuego sobre el río" que transformará las recién estrenadas riberas del Manzanares en un sugerente universo poético, onírico y mágico , para que la propia superficie del río nos lo devuelva con sus reflejos.
Un ruego, si vas a la Pradera, mójate las manos en la fuente y piensa en mí encomendándome al santo; luego te comes por mi una rosquilla, pero de las listas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
La pradera se resiente por el Covid y van dos años. Pero podemos comer Rosquillas😁👍
EliminarVecina, un fantástico reportaje. Un año más que la pradera estará vacía, pero sigue siendo el santo patrón de Madrid.
ResponderEliminarUn abrazo con agua, azucarillos y aguardiente.
Gracias amiga. Así es. Dos años sin la verbena. Vendrán tiempos mejores. Gracias por la visita ❤️
EliminarPor fin comienza a vislumbrarse cierta normalidad, también en nuestras fiestas. En casi toda España, y cuanto más multitudinarias más, llevan suspendidas o aplazadas dos años. Poco a poco...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el reportaje.
Un saludo.
Cierta normalidad pero es más debido a que le hemos perdido un poco el respeto al virus y hay menos histeria afortunadamente. Cuidarse si que hay que hacerlo. Muchas gracias por tu apreciación😘
EliminarHe leído que este año tampoco se celebra en la pradera, así que es interesante la información que facilitas, ya que no se puede celebrar el santo. Un abrazo
ResponderEliminarNo, se lo han llevado al recinto Ferial. Ya no es igual. Así que yo ni me he molestado en ir. Muchas gracias Ester. Ya vendrán tiempos mejores😘
EliminarPrecioso, lo he conocido mucho mejor a través de tus fotos y tus palabras. Ya vendrán tiempos mejores, efectivamente, Katy.
ResponderEliminarUn besazo, amiga;)
Mil gracias por tu visita Moni, y me alegro que te haya gustado . No soy de verbenas pero si que me gustaba dar un vuelta para ver el ambiente.😘
EliminarCreo que en otra entrada tuya sobre la fiesta de San Isidro y sobre su ermita te conté que este lugar tan madrileño fue costeado enteramente por don Baltasar de Zúñiga y Guzmán, marqués de Valero, bejarano y hermano del duque de Béjar. Quién lo diría, ¿verdad?
ResponderEliminarUn beso