Tengo que decir que hace poco lo oí recitado por Fina en su blog Luna del Alba, que con su dulce voz me tranportó hacia tiempos pasados.
Es uno del primeros poemas que dejaron huella en mi alma y gracias a ella ha vuelto a cobrar protagonismo en mi memoria.
Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.
Un seminarista, entre todos ellos,
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.
Él, solo a hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubio cabello
la mira muy fijo, con mirar intenso.
Y siempre que pasa le deja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.
Monótono y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.
Desde la ventana del casucho viejo
siempre sola y triste; rezando y cosiendo
una salmantina de rubio cabello
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos,
su seminarista de los ojos negros;
cada vez que pasa gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
marciales arreos.
Cuando en ella fija sus ojos abiertos
con vivas y audaces miradas de fuego,
parece decirla: —¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!
A la niña entonces se le oprime el pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya vive sólo en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.
En una lluviosa mañana de inverno
la niña que alegre saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;
por la angosta calle pasaba un entierro.
Un seminarista sin duda era el muerto;
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima cubierto,
y sobre la beca, el bonete negro.
Con sus voces roncas cantaban los clérigos
los seminaristas iban en silencio
siempre en dos filas hacia el cementerio
como por las tardes al ir de paseo.
La niña angustiada miraba el cortejo
los conoce a todos a fuerza de verlos...
tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos...
el seminarista de los ojos negros.
Corriendo los años, pasó mucho tiempo...
y allá en la ventana del casucho viejo,
una pobre anciana de blancos cabellos,
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,
mientras la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
La labor suspende, los mira, y al verlos
sus ojos azules ya tristes y muertos
vierten silenciosas lágrimas de hielo.
Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo
del seminarista de los ojos negros...
Miguel Ramos Carrión
Miguel Ramos Carrión (Zamora 1848- Madrid 1915)
Dramaturgo, periodista y humorista. Su primera obra Un sarao y una soirée, la estrena el año 1866. Desde entonces se dedicó a escribir para el teatro y sus éxitos se sucedieron durante cincuenta años, escribiendo en total cerca de setenta obras, muchas traducidas al francés, alemán, inglés, sueco, portugués, italiano y hasta al esperanto.
Qué tristeza Katy, por un momento creí que se saldría del seminario y se casaría con la chica rubia.
ResponderEliminarMuy triste para empezar el día.
Un beso.
Hola Elena, es uno de los poemas que más me han marcado en mi juventud (tendría unos 14 años, ohhh que lejano queda) Y me acabo de enterar que el que lo escribió era humorista.
ResponderEliminarTriste pero sigo encontrándolo tierno y bello. Un amor palatónico inmenso.
Besos...
Así es la vida, a veces duele y mucho
Muchas gracias amiga, por estos trabajos que realizas tan bellamente, y en este caso te doy las gracias por traerme a tu casa.
ResponderEliminarCuidate mucho amiga y sigue haciendo esto que haces tan bien.
Gracias por permitirme estar.
Un beso
Fina.
Madame, que bonito! Yo no lo conocía.
ResponderEliminarMe pregunto qué tal quedará traducido al esperanto!
Feliz martes
Bisous
Vergüenza siento al pensar que tras 6 años trabajando en la preciosa Zamora, no conociera este poema de Ramos Carrión, un icono en la ciudad; claro que en esa época yo trabajaba mucho y gozaba poco.
ResponderEliminarMe ha parecido el poema inmenso, triste y lleno de melancólicos recuerdos con un desenlace de profunda pena.
Gracias Katy porque de tu mano he vuelto a mi juventud.
Un besazo
Gracias Luna, si es por ti ni me vuelvo a topar o releer esta maravilla, (ya la he escuchado varias veces) y desconocía el autor...
ResponderEliminarBesos y de permitirte nada estas en tu casa.
Buenas tardes Madame, me alegro que conozca algo de mi mano:)y espero que le haya gustado. jajaja en Esperanto sonaría diferente haciendo un pareado sonaría de espanto.
ResponderEliminarBisous
jajaja Candi yo tambien he vuelto amiga y además al otro lado del charco. O sea tuve que viajar y lo hice muy de prisa de la mano de Luna.
ResponderEliminarNo me acordaba del poema pero he vuelto a ver esos ojos negros.
Besos
¡Hermoso poema!
ResponderEliminarUna historia triste de un amor que no empieza pero termina, me recuerda también mis años juveniles...
No lo conocía y menos que el autor era humorista...
No en vano digo que estoy conociendo mucho a través de tus entradas...
Gracias por este hermoso aunque nostálgico momento.
Un abrazo!
Hola Marilu, cuanto me alegro que te haya gustado, Dentro de cada una de nosotras hay tal vez una niña que alguna vez soñó con amores platónicos o imposibles. Este poema me ha llebvado a su encuentro. Bellos recuerdos.
ResponderEliminarBesos
Hola Katy!! Hermoso y triste amiga. Entiendo las razones de las huellas en tu alma. Llegan de una manera increible.
ResponderEliminarBesossss
Gabriela, a pesar de la tristeza está llena de amor, armonía y belleza.
ResponderEliminarBesos amiga espero que te haya gustado al menos
Precioso, Katy. No olvidemos que los humoristas son quienes suelen hacer los planteamientos más serios y más profundos, aunque parezca lo contrario.
ResponderEliminarHola Manuel, me alegro mucho que te haya gustado. Desde luego son unos versos bellísimos , que tarnsmites sentimientos en cada un de sus palabras.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Hermana:
ResponderEliminarA mi también es uno de los poemas que más me marcó. Me acuerdo cómo lo recitaba Nestor Ortega, nuestro querido profesor.
Un beso y gracias por postearlo aquí y hacerme revivir momentos de mi juventud.
Un beso Hermanaaaaaaa!!!!
Hola María, ¿o sea que tú también se lo has escuchado? después que yo claro. Un maraviilla. Lo llevaba encerrado y oculto hasta que Luna lo sacó del anonimato.
ResponderEliminarBesos
Gracias Oz, por tu visita. Ya sabes que eres bienvenido siempre. Me encanta que te haya gustado
ResponderEliminarUn abrazo
Hi KATY! Es un poema increíble lleno de sentimiento y a la vez amor, lleno de nostalgia... Es una historia triste pero a la vez encantadora, soñadora y un tanto lúgubre, aunque yo tengo 13 años y parezca que por mi edad no pueda entender esto, me siento un poco identificada, porque en cierto modo estoy enamorada de un seminarista, que me llena el corazón de felicidad.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario y no se como has llegado hasta aquí, eres muy jóven aún. Y aunque respeto todas las opiniones y opciones me permito decirte que no creo que sea una buena opción enamorarse de un seminarista. Ya ves el final del poema.
ResponderEliminarUn saludo