El tiempo nos ha ayudado a ser recipiente el uno del otro,
a recibir los gozos y las sombrascomo propias,
a ser números complementarios
que suman,
a ser pañuelo y ser lágrima
según sonara la música del momento.
No nos hemos diluido
el uno en el otro en el matrimonio,
sino que somos sumandos
de un firme resultado
para la meta perseguida.
En este tiempo de las mermas,
cuando el panorama
es ver cómo el sol se hace rayano
en el horizonte y amarillea,
hasta se siente el repelús
de la estación término.
La vida es una lámpara de aceite
que tintinea,
una luz tan cierta como escasa
que nos sigue orientando
hacia la sonrisa o las necesidades del otro.
Un día nos entrará a alguno de los dos
un sueño irresistible
que helará la sonrisa del otro.
Si mis ojos son los primeros en cerrarse,
no dudes que
he atesorado antes tu imagen
en mi pupila
para que presidas también
mi sueño interminable
y gozaré de esa otra dimensión
hasta volver a encontrarnos.
Muy real y bien escrito, Francisco es un buen poeta. Abrazos
ResponderEliminarCierto. Me encanta como escribe. Un abrazo Ester
EliminarHermoso...
ResponderEliminarMe alegro que te guste... Saludos
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