Celos, envidia, sentimientos profundos de inconciencia que nos arrastran a un infierno repetido, a experimentar miedo e inseguridad.
“Miedo de que me dejes por otra o por otro, miedo de que alguien te quiera más que a mí”.
Celos que se traducen en dominio, posesión, en un coraje permanente.
“Me lastima saber que te hablo alguien y no me hablo a mí; me duele, me corroe el alma, que seas feliz sin mí, tengo celos hasta de un niño, una niña, porque le dedicas más tiempo que a mí. Celos de que no compartes todo conmigo; quisiera tenerte atrapado entre mis manos y no dejarte ni siquiera respirar”.
Decía Shakespeare: “Los celos son el monstruo de ojos verdes que se nutre de sí mismo”.
Con esto nos dice que los celos te destruyen primero a ti y a todo lo que tocas, pues te convierte en una persona posesiva, dominante, insegura, siempre haciendo berrinches, dañando, lastimando a los demás.
Muchas veces, frente a la persona celosa, posesiva, se tienen que callar los méritos o los proyectos, porque en su mente enferma o distorsionada está pensando:
“¿Cómo puede si no es por mí? ¿Cómo puede ser algo o alguien más importante que yo?”.
Ante estas circunstancias viene la rabieta, el berrinche, las ofensas, las agresiones; lo importante es mortificar, causar lastimas, evitar a toda costa que alguien pueda ser feliz ¡Sin mí!
Celos, veneno del alma, condena del corazón; se nutren de la envidia, la envidia que es un pesar por el bien ajeno; no importa si esa persona es mi hijo, mi esposo, mi amiga; porque una persona envidiosa siempre quiere apropiarse el bien del otro y cuestiona:
“Por qué el otro si y yo no?”
Por eso minimiza sus esfuerzos, ridiculiza sus intentos y a sus espaldas habla mal de la persona a la que envidia:
“A él se le dio todo fácil; ella, porque tiene marido; o ella porque no lo tiene”.
Siempre una palabra para dañar, sin ver que esa palabra es puñal en la boca del celoso, y también para el envidioso, a quien dice amar más.
Si este es tu problema, descubre que existe un antídoto para los celos, un antídoto para la envidia: Recordar que todos formamos parte de un plan divino y que ese plan divino no hay parches ni sobrantes y que tu logro es mi logro, tu anhelo es mi anhelo, y que tu sueño forma parte de mi sueño.
“Todos somos Uno “
En lugar de anhelar lo que tiene otro, acepta que en realidad anhelas algo como lo de él, pero no necesitas dañar o destruir, y si ves que a alguien le tiene preferencia o deferencia, busca el bien de esa razón. Si tus celos y tu envidia son producto simplemente de inconciencia, perdona, abraza a tu niño interior y sigue adelante; no te quedes estancado, enconado en el odio y sufrimiento que generan los celos y la envidia.
Los celos y la envidia destruyen, hacen mayor el sufrimiento e infinita la soledad.
Dra. Raquel Levinstein
Compartido por Almalú del Blog: ESPIRITUALIDAD
EL ENVIDIOSO.
Magnífico manzano en el corral de un clérigo crecía.
Un vecino, de envidia se moría ...
viéndole tan fecundo y tan lozano:
él ni manzano ni corral tenía.
Y ya que de otro modo
no supo desfogar su encono fiero,
arrojaba al frutal desde un granero
el desperdicio de su casa todo,
haciendo del corral estercolero.
Bien ensució el ramaje;
mas la lluvia a su tiempo le limpiaba,
la tierra con la broza se abonaba,
y el resultado fue del ruin ultraje
que más fruto y mejor el árbol daba.
Más útil que nociva
es la gente mordaz que tanto abunda,
pues hace con su rabia furibunda
que el íntegro varón más cauto viva,
y más pronto a sus émulos confunda.
Juan Eugenio Hartzenbusch
Lección / Moraleja:
Las malas acciones inducidas por la envidia y los malos sentimientos siempre provocan reacciones todavía peores hacia los que las indujeron..
Mas que desear lo que el otro tiene queremos que el otro no lo tenga, los celos y la envidia queman el alma. Abrazos
ResponderEliminarCelos envidia no es una forma sana de vivir
ResponderEliminarSeres así obsecionados tal vez deban de ser tratados
Se dañana si mismo y a los demás
Son sentimientos enfermizos
Cariños