Piensa

La vida es corta para levantarnos por la mañana con tristezas, nadie dice que será fácil, sólo te puedo asegurar que valdrá la pena

Seguidores

sábado, 2 de noviembre de 2013

Albert Einstein, un genio pero machista

¡Cosas de la vida! Está claro que las prioridades de las mujeres son distintas de las de los hombres. Me ha llegado hoy y desde luego desconocía por completo esta faceta del genio.
Este post demuestra que quien es un genio lo es en alguna área en particular pero no en todas las áreas de su vida... Aunque "de genio y de loco, todos tenemos un poco"....
Me ha parecido muy interesante y lo comparto.


Mileva Maric y Albert Einstein se conocieron en la Universidad Politécnica de Zürich a finales del siglo XIX. Maric era la única mujer que estudiaba matemáticas y física en aquella universidad.
En 1896 iniciaron una relación sentimental y Einstein estaba fascinado por la intensa colaboración intelectual que recibía de parte de su compañera serbia. A la única persona que disgustaba aquella relación era a la madre del genio, una alemana misógina y xenófoba, que nunca vio con buenos ojos a la serbia: "Ella es un libro igual que tú, pero lo que tú necesitas es una mujer. Cuando tengas 30 años, ella será una vieja bruja".
Mileva Maric y Alberto Einstein a finales del siglo XIX

Como sea, la pareja estaba flechada porque ambos hablaban el mismo lenguaje: ella le dio clases de matemáticas (que nunca fueron el fuerte de Einstein), preparaban juntos sus exámenes y compartían el mismo interés por la ciencia y por la música. Einstein le escribió en 1900: "Estoy solo con todo el mundo, salvo contigo. Qué feliz soy por haberte encontrado a ti, alguien igual a mí en todos los aspectos, tan fuerte y autónoma como yo".

En 1902, Einstein se trasladó a la ciudad de Berna, Suiza, donde consiguió empleo en una oficina de patentes. Tras cinco años de convivencia Albert y Mileva terminaron casándose a comienzos de 1903 y tuvieron su primer hijo al año siguiente. En sus ratos libres, Einstein desarrolló, entre otras cosas, la Teoría de la relatividad especial que habría de revolucionar la física moderna. Los frutos de su trabajo fueron publicados en 1905, en la -en aquel entonces- prestigiosa revista Annalen der Physik.
Un ejemplar de "Anales de la Física"

Cuando se le preguntaba a Mileva por qué no firmaba los artículos que elaboraba junto a su esposo, su respuesta era: "Wir sind ein Stein!" (Somos Einstein), que en alemán significa "somos una piedra".
Esta es más o menos la historia oficial, la que todos sabemos; pero se puede ahondar un poco más en la vida privada del genio, en sus inicios y sobre todo, en la relación con su primera esposa.
Aunque Mileva fue una sobresaliente matemática, nunca terminó formalmente sus estudios, en cambio Albert pudo defender su tesis doctoral en 1905. Para 1908, Einstein consiguió finalmente un puesto de profesor en la Universidad de Berna. En cuanto a Mileva, el matrimonio la obligó a abandonar definitivamente la universidad y la física.
Existen varias cartas del noviazgo en las que Einstein debate con ella sus ideas de la relatividad e inclusive se refiere a "nuestra teoría" y le da un trato de colega. A partir de estas evidencias hay estudiosos que concluyen que las ideas fundamentales de la teoría de la relatividad fueron de Mileva Maric, quien no pudo continuar con su carrera puesto que se hizo cargo del cuidado de los hijos, uno con retraso mental, lo que desde luego le exigió más cuidados maternales. Incluso ahora se sabe que engendraron una niña en 1902, antes de casarse, de la cual se sabe muy poco, sólo que la entregaron en adopción.
Mientras ella cuidaba de sus hijos y renunciaba a la ciencia, Einstein desde su puesto académico tuvo el tiempo suficiente para concluir sus estudios y desde luego para desarrollar la teoría, de la que se sabe ahora, no todo el crédito era suyo. En esa pareja de físicos alguien tenía que cuidar a los niños, alguien tenía que lavar y preparar la comida; y ése fue el papel que Einstein y la sociedad patriarcal asignaron a Mileva, quien subordinó todas sus aspiraciones a los objetivos de su esposo y puso todos sus conocimientos a su servicio.

Mileva Maric y sus hijos, Albert y Eduardo

"Mi gran Albert ha llegado a ser célebre, físico respetado por los expertos que se entusiasman por él. Trabaja incansablemente en sus problemas. Puedo decir que sólo para eso vive. Tengo que admitir, no sin vergüenza, que para él somos secundarios y poco importantes", escribía Mileva a unos amigos. Einstein a su vez admitía: "Nuestra vida en común se ha vuelto imposible, hasta deprimente, aunque no sé decir por qué".

Con el paso del tiempo la relación se tornó disfuncional. Ella ya no le resultaba divertida y tampoco le aportaba nuevas ideas ni conocimientos. Las "Reglas de conducta" que Albert Einstein le impuso por escrito en 1914 son una cruda muestra de su autoritarismo y, a su vez, del machismo y violencia sicológica que ejerció en contra de Mileva:

"A. Te encargarás de que:
-Mi ropa esté en orden,
-Que se me sirvan tres comidas regulares al día en mi habitación
-Que mi dormitorio y mi estudio estén siempre en orden y que mi escritorio no sea tocado por nadie, excepto yo.
B. Renunciarás a tus relaciones personales conmigo, excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales. En especial no solicitarás que:
-Me siente junto a ti en casa
-Que salga o viaje contigo.
C. Prometerás explícitamente observar los siguientes puntos cuanto estés en contacto conmigo:
-No deberás esperar ninguna muestra de afecto mía ni me reprocharás por ello
-Deberás responder de inmediato cuando te hable
-Deberás abandonar de inmediato el dormitorio o el estudio y sin protestar cuanto te lo diga.
D. Prometerás no denigrarme a los ojos de los niños, ya sea de palabra o de hecho."

Con este tipo de imposiciones obviamente que las cosas no funcionarían nunca, por lo que los Einstein terminaron separándose en 1914.
Einstein volvió a casarse en 1915 con una de sus primas, Elsa Einstein, quien también era divorciada y tenía dos hijas. Esta nueva relación marital fue como un necesario soplo de vida para el aún desconocido físico, ya que apenas un año después y con una inusual lucidez y energía dio a conocer su famosa Teoría General de la Relatividad.

Elsa Einstein, prima y segunda esposa del genio

Elsa fue la mujer sumisa que Einstein buscaba. En silencio y total sumisión supo mantenerse a prudente distancia, dedicada al hogar y facilitándole el trabajo de investigación. Su doméstica obediencia dio un paso más cuando aceptó organizarle la agenda y restringirle el número de visitantes que aspiraban hablar con él, a medida que crecía su fama.
De los hechos se desprende que Einstein nunca necesitó una esposa sino una secretaria, y que no quiso formar una pareja científica ni conceder crédito alguno en su teoría a su ex esposa Mileva. Quizá por eso, de alguna manera le pagó por su aporte, al otorgarle el dinero que ganó por el Premio Nobel de Física.
Un detalle bastante revelador aportado por la feminista alemana Senta Trömel-Plözt es que, cuando Albert y Mileva se separaron oficialmente en 1919, el documento del divorcio incluyó una cláusula de que, en caso de recibir Einstein algún premio por los artículos publicados en 1905 en los Annalen der Physik, debía entregárselo íntegramente a Mileva. ¿Tenía la esperanza Mileva que ese trabajo revolucionaría al mundo? ¿Cómo pudo saberlo si no fue parte del mismo? Fue en los años de su vida conjunta, hasta 1914, cuando nacieron las obras más importantes de Einstein, por lo que algunos creen que el papel de su mujer era significativo, sobre todo en matemáticas, materia en la que alguna vez brilló en su Facultad.

Mileva Maric

Y fue así que en 1921 Albert Einstein ganó el Nobel de Física por sus publicaciones de 1905, y un año después le entregó la totalidad del dinero del premio a su ex-esposa. Y también hay que decirlo: Einstein era un misógino empedernido. Estaba convencido de que -"Muy pocas mujeres son creativas. No enviaría a mi hija a estudiar física. Estoy contento de que mi segunda mujer no sepa nada de ciencia".
Decía también que "La ciencia agría a las mujeres", de ahí la opinión que tenía de Marie Curie: "Nunca ha escuchado cantar a los pájaros".
Aun así, dentro de ese machismo recalcitrante, fue quien acuñó la célebre frase:
-"¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio".

Mileva vivió hasta el último de sus días en Zúrich, en un apartamento con vista a la facultad en la que estudiaron juntos. El piso fue comprado justamente con el dinero del Premio Nobel.

Sirva este pequeño retrato de Mileva Maric como homenaje a esas miles, millones de abnegadas esposas y madres, que han sacrificado sus sueños, carreras e ideales, porque el instinto maternal y el amor han sido más fuertes que el estatus.
(Autor desconocido)

17 comentarios:

  1. Perdonad que no os visite todo lo que quisiera pro no puedo abusar del ordenador:-)
    Lo voy haciendo poco a poco.
    Un cálido abrazo

    ResponderEliminar
  2. Magnífico artículo que pone sobre la mesa una vez más que el hombre ha impedido durante siglos el avance de la mujer en la sociedad.
    Seguramente hay por ahí muchos estudios, libros, pinturas, teorías firmadas por hombres cuya verdadera autoría es femenina.

    Ya ves, nadie es perfecto, la genialidad del científico se oscurece con su carácter humano.

    Un beso Katy.

    ResponderEliminar
  3. No conocía toda la historia, pero es cierto que en aquella época ser machista era lo normal, quizá es este caso un poco exagerado, lo que quiere decir que el genio era desmesurado en todos los aspectos. Gracias por enseñarnos todo lo que sabes jeje. Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Una historia desconocida pero que evidencia el carácter de esta persona que aunque consiguió ser reconocido, dudo que fuera feliz.
    Besos

    ResponderEliminar
  5. Así es, madame. Recuerdo que hace un tiempo dediqué un artículo a ese tema. Y luego Einstein decía que es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Él lo sabría bien, puesto que estaba lleno de prejuicios hacia las mujeres.

    Einstein no vivió en la Edad Media, sino en el siglo XX. La gente ignorante tenía al menos una excusa para continuar siendo misóginos, pero un hombre dotado de inteligencia y que había tenido acceso a una esmerada educación, no tenía ninguna.

    Feliz domingo, madame

    Bisous

    ResponderEliminar
  6. Conocía algo sobre esta historia que, por desgracia, no es la única y que solo es una más de las que hacen cierta la frase.
    Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer
    Feliz semana

    ResponderEliminar
  7. galicintas3/11/13 12:19

    No conocía esta historia,que una vez mas confirma la grandeza de las mujeres sacrificando su vida por el bien del esposo,los hijos,de todos menos el bien de ellas,y que poco valoradas ,lo malo que esto sigue a través del tiempo.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  8. Hola Katy, como siempre descubriéndonos y haciéndonos cultura. Quiero dejarte un fuerte abrazo y desearte lo mejor para tu dia a dia, para que puedas continuar con lo que tan bien sabes hacer. Cuidate mucho amiga.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Hasta los genios tienen sus puntos malos y oscuros. No existe el hombre ni la mujer perfecta, así que Einstein no iba a ser menos.
    Un beso

    ResponderEliminar
  10. Osea que al final le dio la razón a la bruja de su madre, que tendría mucho que ver en el comportamiento del genio ya que ella lo había educado... Me acuerdo mucho de unas palabras de la escritora Isabel Allende que dice que si las mujeres nos pusiéramos de acuerdo acabaríamos con el machismo en una sola generación a través de la manera en que educamos a nuestros hijos. Me ha gustado mucho conocer a Mileva, de la que nada sabía. Un beso, Katy, recúperate bien y no te preocupes de nada

    ResponderEliminar
  11. Brillante este articulo. Me sigues atrapando con cada publicación y elección de temas.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  12. Está claro que no hay individuo completo: quienes aspiramos a la mayor igualdad entre todos los humanos, nos quedamos sin tiempo para otras dedicaciones más sesudas.
    Besos.

    ResponderEliminar
  13. No sabía nada de esto... La verdad es que no me lo imaginaba así a Einstein. Hay una frase que dice que "detrás de un gran hombre hay una gran mujer"...
    Un beso

    ResponderEliminar
  14. Vaya, hasta cierto punto no me extraña un cierto comportamiento machista, Hace un siglo las costumbres eran otras, pero lo de exigir por escrito el programa de deberes y obligaciones y su humillante contenido es el colmo. Con razón ese mismo 1914, el del escrito, se separaron. Era inaceptable admitir aquello.
    Espero que ya te hayas recuperado. Besos, Katy.

    ResponderEliminar
  15. un nuevo caso en el que separar lo profesional de lo personal resulta sorprendente. ¿se le puede pedir a una persona con un talento para una cosa que sea además buena persona? ¿deja de ser uno un genio por ser machista?
    lo de las normas escritas, no tiene nombre.
    espero que se recupere pronto.
    saludos!!

    ResponderEliminar
  16. Millones de gracias por vuestros comentarios. Está claro que el ser genio no significa serlo en todas las áreas de la vida. Somos seres humanos con defectos y virtudes.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  17. desconocía esta realidad y me ha gustado mucho. Parece que no se ha cambiado tanto con el tiempo, si miramos nuestros grandes literatos de los últimos tiempo a la vista está que no necesitaban una esposa sino una secretaria a su servicio.
    Besos Katy

    ResponderEliminar

Gracias por tu pasos y mucho agradezco que dejes tu huella,

Translate

Powered By Blogger