Lecciones que nos da la vida

En la Clínica de un famoso cirujano cardiólogo, entra la secretaria al consultorio de este y le anuncia que un viejecito, muy pobre, deseaba hacerle una consulta y venía recomendado por un medico del hospital público. El medico le dice que lo atenderá una vez que halla atendido a todos los clientes con órdenes médicas.
Después de dos horas de espera, el médico recibe al anciano y éste le explica la razón de su visita:
-El médico del hospital público me ha enviado porque seguramente un medico de su prestigio podría solucionar mi problema cardíaco y, en su clínica poseen equipos suficientes como para llevar a cabo esta operación.
El médico ve los estudios y coincide con el colega del hospital y le pregunta a que sociedad pertenece. Este le contesta.-
- Aquí está el problema Dr. Yo no tengo ningún Seguro particular y tampoco tengo dinero. Como verá, soy muy pobre y tampoco tengo familia. Sé que lo que pido es mucho, pero tal vez entre sus colegas y Ud. pueden ayudarme...
El médico no le dejó terminar la frase. Estaba indignado con su colega del hospital. Se lo envió de regreso con una nota explicándole que su clínica era privada y de mucho prestigio, por lo tanto no podía acceder a su petición. (Había estudiado y trabajado mucho estos años para instalar su clínica y ganar el prestigio y los bienes que tenía)
Cuando el anciano se retiró. El médico se percató que éste había olvidado una carpeta con unas poesías y una frase suelta que le llamó mucho la atención una de las frases decía: “El órgano que mejor habla es el corazón” y firmaba Jean Marcel. Y lo que más le le impactó fue el nombre del autor de la frase, Jean Marcel.
Le hacía recordar a su niñez y juventud, pues, en la primaria, la maestra les leía sus hermosos cuentos infantiles. En la secundaria, la profesora de Literatura les enseñaba sus bellísimas poesías y fue con una de ellas con las declaró su amor a su primera novia. Como olvidar todo eso si formó parte su infancia.
A la semana siguiente, al finalizar la jornada la secretaria entro al consultorio con el periódico vespertino y compungida le dijo al médico:
- ¿Se ha enterado Dr. que hoy han encontrado muerto a Jean Marcel en un banco de la plaza? Tenía 88 años el pobre.
El médico suspiro de pena y contesto:

-Hombres como él no deberían morir nunca, que Dios lo tenga en paz, me hubiera gustado conocerle...
-Pero Dr. ¿No le recuerda?” Le dice la secretaria mientras le mostraba la fotografía del periódico.
-Era el pobre viejecito que vino la semana pasada a consultarle. Era un conocido escritor, solitario y bohemio. No tenía parientes y...

El médico no la dejó terminar. Le pidió que se retirase y sentándose con los brazos cruzados en el escritorio lloró como nunca lo había hecho, con el niño que llevaba escondido en su alma. Se dio cuenta que un pobre le había hablado con la voz del corazón y que él lo había escuchado con el oído del egoísmo. Su pesar y vergüenza eran enormes.
Con el correr de los años, la “Clínica Jean Marcel” como se llama desde entonces, se ha hecho famosa. El médico habilitó un sector para la atención de los pacientes sin seguros médicos y él personalmente practica las operaciones.

Reflexión
Si llaman a nuestro corazón, debemos escuchar. Nunca medir ni juzgar a nadie por su apariencia. Detrás de cada ser humano hay una historia digna de ser tenida en cuenta.
Cuantas veces nos habrá pasado que nos han hablado con la voz del corazón y no hemos estado atentos, nos hemos dejado llevar por nuestro egoísmo...

P.D.
He subrayado a posteriori  algún párrafo porque al leer los comentarios cada uno saca diferentes conclusiones, aunque la mayoría vemos en ella una historia personal.