Mentalidad positiva siempre

Doy por hecho que mi reflexión sea archisabida y tal vez pasada de moda pero aun así me atrevo a compartirla, porque entre las aportaciones de todos podremos sacar conclusiones nuevas e interesantes.
Así que gracias a los que me leéis.
Suelo pensar a menudo en los beneficios que me ha producido tener una mentalidad positiva y sobre los efectos que ha tenido sobre los más cercanos a mí.
Cada vez que un pensamiento negativo me ha venido y me viene a la cabeza, sé que me hace daño y en lo que puedo intento cambiarlo por otro positivo, que no irreal.
Para ello he necesitado mucha disciplina y constancia mental y ésta no se adquiere de un día para otro. Son muchas horas de entrenamiento mientras he tropezado y sigo tropezando en multitud de ocasiones.
Si reflexionamos unos instantes en las veces que nos quejamos comprobaremos la pérdida de tiempo que nos ocasiona y lo inútil que resulta. Cuando nos lamentamos, tal cual un imán, atraemos hacia nosotros toda la carga negativa de nuestras propias palabras y pensamientos. La mayoría de las cosas que andan mal, comenzaron a materializarse cuando nos quejamos sin más.
También cuando permitimos que interferencias externas influyan en nuestra vida diaria terminan por agobiarnos. Así siempre que podamos tenemos que librarnos de rumores, comentarios maliciosos y sobre todo de las personas negativas. Eso se contagia y terminamos por deprimirnos.
Buscar sintonizar con gente positiva nos aporta serenidad y armonía. La gente negativa produce frustración y nos convierten a la larga en personas insatisfechas y agresivas
Enojarnos y dar importancia a pequeñas cosas también contribuyen a que nuestra estabilidad emocional se tambalee y a la larga afecte nuestro cuerpo y a nuestra mente. Es preciso que tratemos de mantener la serenidad y el autocontrol que nos ayudaran a ser personas más sanas y equilibradas.
Dejarnos llevar de la tristeza nos abruma y baja la moral. Siempre podemos intentar afrontar los problemas con mayor serenidad que no estoicismo, ya que la ofuscación no es el camino.
Hagamos que nuestro día merezca la pena de ser vivida a pesar de las dificultades que se nos van presentado, aunque esto pueda parecernos algo utópico.
La meta a conseguir sería tratar de vivir el presente porque vivir en el futuro produce ansiedad y he podido observar cómo las personas que se instalan en el pasado generalmente se dedican a rumiar desgracias y se olvidan de vivir.
En nuestras manos está cambiar las pequeñas rutinas en vez de dejarnos atrapar por ella. De vez en cuando es muy provechosos huir de nuestras ideas preconcebidas, conocer otras personas, otras formas de mirar, de pensar y de ver la vida. Asomarnos a la ventana y respirar aire puro.
Formular pequeños propósitos y proyectos realistas para dedicar más tiempo en hacer y realizar, que no en sueños inalcanzables seguramente hará crecer nuestra autoestima y seremos más felices, porque vivir para mí al menos, no es precisamente esperar...
Hace mucho que hice este guion y suelo refrescarlo después de cada estación del año.
Centrarme en lo que es importante y saludable para mi vida me ayuda a ser útil a los demás que no una carga ni mental tan siquiera.
Me queda mucho por hacer, por conseguir y aunque hay un tiempo para todo, soy consciente que he de aprovecharlo ahora por no decir hoy, porque a pesar de todo éste pasa muy de prisa y yo como todo ser mortal desconozco la caducidad de mi código de barras.

Katy