Es mi entrada Nº 500 . Recojo esta notocia y se la dedico a este hombre de biografía desconocida, pero con una historia conmovedora.
Es mi homenaje personal y un recuerdo no solo para él, sino para tantos Agapitos olvidados, abandonados y privados de familia y hogar.
Muere a los 79 años Agapito, el ‘dueño’ de la habitación 415 del Hospital de Pontevedra
El sábado de madrugada murió Agapito Pazos, el dueño de la habitación 415 del Hospital Provincial de Pontevedra. Suya es porque allí permaneció 77 de los casi 80 años que vivió. Sólo se ausentó durante 48 horas, lo que duró el viaje que hizo con Elías, un celador ya fallecido, para conocer el mar desde las Rias Baixas.
El Hospital Provincial de Pontevedra de hoy era el único centro de beneficiencia en los años 30. Allí lo abandonó alguien, quizá sus padres, a los tres años de edad. El niño sufría una discapacidad psíquica y una distrofia muscular en los miembros inferiores.
Agapito nunca llegó a caminar. De él se ocupó primero el departamento de pediatría del hospital, y más tarde el de medicina interna. En 1993 el hospital buscó una solución. Alguna institución tenía que hacerse cargo de la tutela legal de Agapito. La Fundación Sálvora fue desde entonces la encargada de gestionar sus bienes, fundamentalmente su pensión. Alfonso Zuloeta, su presidente, cuenta a El Confidencial con pena lo que significó Agapito. "Ha sido una institución para todos".
Cuentan los que lo conocieron que Agapito no era un enfermo cualquiera. Era el más consentido de todos en el hospital. A él se le daba chocolate, su gran perdición, y se le orientó la cama hacia la ventana para que le alcanzara la vista a controlar lo que sucedía en la calle. Eran lujos exclusivos para el niño mimado de la casa. “Si le hubiéramos cambiado de habitación o le hubiéramos llevado a un asilo le hubiéramos quitado la vida”, dice Alfonso.
Agapito se ganó con creces aquella especial atención. "Fue el encargado de guardar las llaves de los medicamentos y del almacén", explicaba Fernando Filgueira, un médico que lo atendió, a El Faro de Vigo durante el funeral. De vigilante de los fármacos pasó a controlar a sus propios compañeros de habitación que, durante casi 80 años, se pueden contar por cientos. “Él nos avisaba cuando los veía muy mal, nos decía que se iban a morir. Y en muchas ocasiones acertaba”, recoge el mismo diario.
No podía hablar, pero se reía con la mirada y enseñaba su mala leche y su carácter “pícaro y fuerte” cuando algo no le gustaba. Aunque no pudiera decirlo con palabras, Agapito era feliz y demostraba como podía que quería seguir viviendo. “Superó hace unos años un cáncer de estómago”. Desde entonces, se fue apagando poco a poco, como una cerilla. Junto con Beatriz, la asistenta social de la Fundación que le acompañaba a diario, y otras celadoras del hospital, Agapito fue viendo pasar los días desde el mismo rincón.
Estos días todo el mundo habla de él en el hospital. “Ha muerto Agapito, el de la 415, ¡qué pena!". El 2 de diciembre cumplía 80 inviernos. Antes de ayer, la Iglesia San Mauro de Pontevedra y el cementerio de San Amaro se llenaron de recuerdos y lágrimas que derramaban los trabajadores del Provincial. “Hasta algún paciente que compartió habitación con él pasó a darle el último adiós”, agradece Alfonso.
Agapito murió como cualquier persona desea morir: feliz, rodeado de los suyos y en su casa de toda la vida.
Así lo indica su padrón municipal: “Agapito Pazos Méndez. Calle Loureiro Crespo, Hospital Provincial, habitación 415, cama 2. Pontevedra”. El Hospital Provincial de Pontevedra de hoy era el único centro de beneficiencia en los años 30. Allí lo abandonó alguien, quizá sus padres, a los tres años de edad. El niño sufría una discapacidad psíquica y una distrofia muscular en los miembros inferiores.
Agapito nunca llegó a caminar. De él se ocupó primero el departamento de pediatría del hospital, y más tarde el de medicina interna. En 1993 el hospital buscó una solución. Alguna institución tenía que hacerse cargo de la tutela legal de Agapito. La Fundación Sálvora fue desde entonces la encargada de gestionar sus bienes, fundamentalmente su pensión. Alfonso Zuloeta, su presidente, cuenta a El Confidencial con pena lo que significó Agapito. "Ha sido una institución para todos".
Cuentan los que lo conocieron que Agapito no era un enfermo cualquiera. Era el más consentido de todos en el hospital. A él se le daba chocolate, su gran perdición, y se le orientó la cama hacia la ventana para que le alcanzara la vista a controlar lo que sucedía en la calle. Eran lujos exclusivos para el niño mimado de la casa. “Si le hubiéramos cambiado de habitación o le hubiéramos llevado a un asilo le hubiéramos quitado la vida”, dice Alfonso.
Agapito se ganó con creces aquella especial atención. "Fue el encargado de guardar las llaves de los medicamentos y del almacén", explicaba Fernando Filgueira, un médico que lo atendió, a El Faro de Vigo durante el funeral. De vigilante de los fármacos pasó a controlar a sus propios compañeros de habitación que, durante casi 80 años, se pueden contar por cientos. “Él nos avisaba cuando los veía muy mal, nos decía que se iban a morir. Y en muchas ocasiones acertaba”, recoge el mismo diario.
No podía hablar, pero se reía con la mirada y enseñaba su mala leche y su carácter “pícaro y fuerte” cuando algo no le gustaba. Aunque no pudiera decirlo con palabras, Agapito era feliz y demostraba como podía que quería seguir viviendo. “Superó hace unos años un cáncer de estómago”. Desde entonces, se fue apagando poco a poco, como una cerilla. Junto con Beatriz, la asistenta social de la Fundación que le acompañaba a diario, y otras celadoras del hospital, Agapito fue viendo pasar los días desde el mismo rincón.
Estos días todo el mundo habla de él en el hospital. “Ha muerto Agapito, el de la 415, ¡qué pena!". El 2 de diciembre cumplía 80 inviernos. Antes de ayer, la Iglesia San Mauro de Pontevedra y el cementerio de San Amaro se llenaron de recuerdos y lágrimas que derramaban los trabajadores del Provincial. “Hasta algún paciente que compartió habitación con él pasó a darle el último adiós”, agradece Alfonso.
Agapito murió como cualquier persona desea morir: feliz, rodeado de los suyos y en su casa de toda la vida.
El confidencial.com
Ay, pobre hombre! Me ha partido el alma. No conocía nada sobre él, pobrecillo. Que vida tan desdichada, y aun asi seguro que era mas feliz que muchos de los que pasan la vida quejandose por pequeñas cosas.
ResponderEliminarComo no van a sentir tanto su muerte quienes lo conocieron en aquel hospital!
Buenas noches, madame
Bisous
Qué historia, qué Agapitos hay en hospitales, sanatorios psiquiátricos... En definitiva, aun privado de la salud, se puede llevar una vida intensa y de ayuda a los demás.
ResponderEliminarGracias por traer esta entrada. Besos
Katy, no sabes lo que me alegra que te acuerdes de Agapito. Es una historia conmovedora. Estuve yo a punto de recogerla, pero me faltó tiempo. Enhorabuena.
ResponderEliminar¡Ah!, y doble felicitación por tu entrada 500. Perdona, se me había ido el santo al cielo.
ResponderEliminarPués si desde los tres añitos abandonado a su suerte. He querido rendirle este pequeño homenaje. Pobrecito. A mi me dio una tristeza infinita.
ResponderEliminarBisous
Gracias a ti Candi, creo que ha sido una vida herósica, y a pesar de su debilidad, soledad, encontró cariño.
ResponderEliminarUn beso
Gracias Manuel, me alegro que aprubes la entrada 500. Gracias por tu felicitación Manuel. Puedes subir el post y recoger la noticia. Mientras más gente conozca la historia mejor.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué historia más triste Katy. Lo único positivo es que al menos tenía un techo y comida.
ResponderEliminarEsta historia me ha recordado otra de un preso que tras un montón de años en la cárcel llegó el momento de su liberación y no quería irse, pues no sabía adónde ir ni qué hacer.
Besos.
Hola Elena es triste, Pero también nos ayuda a reflexionar. Su vida es un testimonio de resignación. Y con todas sus limitaciones intentó ser útil.
ResponderEliminarMe acuerdo de ese preso, fue noticia también en su día.
Besos
Hermoso homenaje para celebrar las 500 entradas.
ResponderEliminarGracias Katy! y por muchas 500s mas.
Abrazo de luz, Mirta
Hola Katy!! Una historia triste, conmovedora y un lindo homenaje amiga. Cuantos Agapitos habrá,no?
ResponderEliminarBesossssss
Hola Mirta, gracias por verlo así. Creo que la muerte de Agapito es refelejo de nuestra sociedad, de como somos, y un testimonio a tener en cuenta.
ResponderEliminarBesos
Hola Gabriela ciertamente es conmovedora. No solo habrá sino que cualquier día nos podemos convertir en Agapitos, claro que al menos a mi no me quedan tantos años. La soledad, el acbandono, la enfermedad, la tristeza, el sinsentido, todo esta resumido en esta historia.
ResponderEliminarUn beso
Una historia conmovedora, Katy.
ResponderEliminarNo conocía la existencia de este hombre.
Es una pena que fuese abandonado cuando era pequeño.
Aún así, ha conseguido tener a gente que ha llorado su muerte.
Seguro que ahora, descansa como vivió: en paz.
Besos y enhorabuena por haber alcanzado la vertiginosa cifra de quinientas entradas.
Gracias Perikiyo, cuando vi 499 no me lo creía, tuve que mirar dos veces para creermelo. No ha sido fácil, llegar pero estoy feliz de haberlo conseguido.
ResponderEliminarAgapito murió en paz. Pensar que vivió toda su vida en un hospital es tremendo. Yo les ponía una medalla a los que cuidaron de él y llegado el momento no le llevaron a un asilo. Hay muy buena gente en el mundo afortunadamente.
Un beso
Katy, de verdad que me emocionaste con su historia; pero Agapito tuvo la dicha de reodearse de personas que lo han hecho parte de su vida; así que resalto la buena organización que tienen ustades en lo social... hay otros seres semejantes por otros lares que no llegan a vivir más que unos años...
ResponderEliminarUn abrazo para ti, eres una gran persona, te felicito; felicidades por los 500! posts!!.
Nota: Ya desbloqueé el tema de los comentarios.
madre de Dios!!!
ResponderEliminaresto si es saber poner entradas
500 ENTRADAS!!!!
es una gran azaña digna de una celebracion
F E L I C I D A D E S !!!!!!!
FELIZ JUEVES!!!
besos y abrazos :o)
Gracias Marilupi, tu si quieres sensible y no exagero. No te creas que todo es organización, es que hay gente con gran corazón y Agapito tuvo la gran suerte de dar con ellos que le dieron su cariño.
ResponderEliminarCierto que hay por todas partes personas necesitadas de ser queridas y acogidas.
Besos
jajaja Blanca que exclamación más espontánea. La verdad es que yo misma me sorprendi. Casi una diaria. Pero bueno la mayoría son cosas que me han llegado, que he guardado, y algunas escrito. Pero si que es cierto que todo lo que he compartido es porque me ha llamado la atención o me ha gustado.
ResponderEliminarBesos
Felicidades por tu post 500 Katy.
ResponderEliminarQué historia más tierna, es de las historias que emocionan, al menos a mi, y me deja una sensación entre pena por su vida, y ternura por su historia.
Sin duda un merecidisimo homenaje. Muchas gracias!!.
Besos.
Gracias Nikkita por tu compañia a lo largo de muchos post. Es una historia super tierna. Y el mundo se ve de otro color a travé de ella.
ResponderEliminarUn beso
Me ha impresionado la historia de este hombre. No imaginaba que alguien pudiera vivir ochenta años en un hospital, no se, pienso que mejor hubiera estado en una residencia o algo así.
ResponderEliminarEn fin pobre hombre, Dios le tenga a su lado.
Felicidades por tus 500 post. y un fuerte abrazo.
Hola Cordobesa, igual si o igual no. Este hospital fue su hogar, si le hubiesen arrancado de ahí creo que habría sido peor. El final iba a ser el mismo. El drama está en el abandono de un niño de trea anos.
ResponderEliminarBesos y gracias
Cuanto me alegro de que fuera así.
ResponderEliminarUn abrazo Katy.
Es un post muy emotivo y del que guardo un gran recuerdo.
ResponderEliminarBss Montse