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La vida es corta para levantarnos por la mañana con tristezas, nadie dice que será fácil, sólo te puedo asegurar que valdrá la pena

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miércoles, 4 de septiembre de 2013

Desechando lo desechable


Es una interesante reflexión de este periodista con el que me siento identificada en esto de usar y tirar y forma parte de mi experiencia vital. Mis padres hacían lo mismo. Todo valía y yo al principio hice lo propio hasta que me adapté a este sistema con reservas. Término medio.
No voy a decir jamás que cualquier tiempo pasado fue mejor, sería absurdo sabiendo de antemano que no es verdad. Era otra época con sus ventajas y desventajas, y la misma diferencia generacional de la que afortunadamente aún guardo memoria.
Hoy las cosas son de otra manera y a los mayores siempre nos ha costado ceder el testigo a las generaciones futuras y avanzar con ellos. Pero el tren sigue su marcha y no se va a detener porque yo no esté de acuerdo. Intento vivir de acuerdo con mis valores y adecuándome en lo posible a los signos de los tiempos en muchas cosas. Ya no guardo tanto y tiro lo que no me sirve, aunque todavía tengo el vicio de atesorar recuerdos cuando leo o comento, pero cada vez menos...
Renovarse o morir "That´s the question"

"Desechando lo desechable (Para mayores de 40)
Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco..
No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!
Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo. ¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor.
Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!
 ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos! 
Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida! ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces. ¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!!
Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica. ¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike? ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa? ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura. El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. 
El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!! ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años! Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII) No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan. 
Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'.
Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir.
Le dábamos crédito a todo. Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron? En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.
Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. 
Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. 
¡Tooodo guardábamos! Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. 
Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.
Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para pone r en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver.
 ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!! Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa. Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos.

Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!! Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! 
Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. 
No lo voy a hacer. 
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. 
No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. 
De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.
Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado.
Marciano Durán


Nota
Tengo información de que este artículo se le atribuye  a Eduardo Galeano, periodista y escritor Uruguayo y es de  Marciano Durán  y se encuentra a disposición de todos  (junto a un par de centenares de crónicas más) sin más requisito para utilizarlas que no modificar su contenido.

Agradezco a Dpto de Prensa de "Crónicas marcianas y uruguayas" haberme  informado y poder subsanar  este  error.

"Eduardo Galeano: “Mi trabajo más felicitado, más laureado, que circula por Internet no me pertenece”
Marciano Duran
Como si se tratara de olas cibernéticas que aparecen cada poco tiempo, en estos últimos días ha vuelto a circular profusamente en la red el artículo “Desechando lo desechable” firmado por Eduardo Galeano.
En la última semana hemos contestado decenas de correos explicando una vez más la situación.
Parece que siguen las dudas. Aclaremos por última vez:

El texto “Desechando lo desechable” está incluido en el libro “La cuestión es darse maña y otras incoherencias”. de Marciano Durán"

27 comentarios:

  1. usos y costumbres. nos hemos acostumbrado, o nos han acostumbrado, a cambiar, tener, siempre nuevo, siempre mejor, siempre lo último. un día tocaremos la pared y daremos la vuelta.
    y ese día... será terrible.
    saludos!

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    1. Llevas toda la razón. No hay que acumular pero tirar por tirar tampoco. A veces alucino al ver todo lo que se tira, cosas nuevas solo porque "Ya no me gusta"
      Llegará el día en el que recojamos lo que hemos tirado. Dímelo a mi que mi cuna fue un barreño viejo en plena 2ª guerra mundial.
      Un abrazo

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  2. Hace poco le contaba a alguien que mi mamá me colocaba pañales de tela y encima de ellos, una especie de calzón plástico, me sentí tan viejo, obsoleto diría.
    No estoy tan en desacuerdo con la cultura del úselo y tírelo, depende de qué se trate, claro está.
    Un beso grande.
    HD

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    1. Que sorpresa, pues yo se los ponía a mis hijos. Y tiene 39 años. O sea lo mismo. Siempre depende, no se puede generalizar. Si tengo una lavadora que no funciona la tiro y compro otra y no me voy a lavar al río jajaja. De acuerdo contigo.
      Bss

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  3. La cuestión es que ha llegado a ser prácticamente tan caro reparar algo que comprarlo de nuevo. Pasa, por ejemplo, con los arreglos de ropa. En todo caso, yo me resisto a tirar cosas. Soy de esas personas a las que cada pequeña cosa le trae recuerdos, y es como desprenderse de parte de una vida. Soy capaz de sentir apego por los objetos más peregrinos.

    Feliz día, madame

    Bisous

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    1. En eso estoy de acuerdo. Pero me acuerdo de mi trastero lleno de trastos por si un día los necesito, y claro nunca los
      necesitas:-) Recuerdo que cuando murió mi padre necesitamos un mes para deshacernos de todo los por si acaso. Entonce me prometí no acumular. Mis hijas me lo han prohibido jajaja. Era coleccionista de todo y aun tengo...
      Bisous

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  4. Hay cosas que si está muy bien usar y tirar, otras, en cambio, no tanto.
    Buen texto.
    Un abrazo

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    1. Llevas razón. Tampoco iba a tirar las joyas de la corona si las tuviera:-) Por cierto hoy me han arreglado el telefonillo. Y en vez de repar me han dado un auricular nuevo:-)
      Un abrazo

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  5. ¡Ay! Me temo que es así. Hemos volado del "todo vale" al "nada vale"... Dices bien que no se debe perder el tren, pero ¿quizás un término "más medio"?
    Un abrazo, Katy. Es un placer estar y encontrar de vuelta

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    1. Nunca existe ese dorado medio. O calvos o con dos pelucas:-) Me encanta verte por aquí y que retomes tu actividad bloguera.
      Un abrazo

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  6. Una entrada estupenda, documentada y todo.
    Yo guardo, como mi madre y mi hija mayor también lo hace, pero ella es mas selectiva guarda lo irreemplazable, no todo como yo.
    Pero sinceramente, y recientemente he hecho limpieza y tirado varias bolsas llenitas, ya no colecciono tantas cosas. Tengo una explicación pero creo que da para una entrada, no para cargarme la tuya con una respuesta tan extensa. Un abrazo sin estrenar

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    1. Guardar relicarios, cartas, sellos, llaveros, cerillas, monedas, postales antiguas, posavasos, apuntes, fotos, cromos, libros menos billetes de 500€ de todo colecciono desde que tengo 12 años. ¿Y para qué? para que me incineren con todos esos trastos que nadie quiere. Ya me he deshecho de bastantes, no merece la pena. A menos que llegue a ser un personaje histórico que no creo:-)
      Bss

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  7. Katy me alegro volver a entrar en tu blog despues de estas largas vacaciones.
    Hay cosas de usar y tirar que han venido a hacernos la vida mas facil. Como he leido en un comentario sobre el pañal de tela, no quiero ni acordarme de esa época con lo facil que es quitar y tirar un pañal sucio a la basura y no tener que lavarlo. Me acuerdo cuando de pequeña iban a ponernos una inyectable y yo veia asombrada como abrian la caja de laton, ponian unos algodones para hervir el agua donde colocaban las geriguillas para esterilizarlas. Es un placer usarlas ahora y desecharlas es mas cómodo e higiénico. Hay cosas que merecen la pena usar y tirar. Un beso grande y hasta pronto.

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    1. Bien hallada y bien aparecida Teresa. Te lo has tomado con calma. En agosto tampoco estuve yo. Espero que estés bien y con ganas de volver al cole. Y tantas cosas han cambiado, unas para mejor y otras para peor. Una cosa es tirar y otra derrochar efectivamente.
      Bss

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  8. Cómo me ha gustado el artículo, sea de Durán o de Galeano es un magnífico artículo lleno de verdades, nos hemos acostumbrado a lo efímero y no estamos felices ni con nosotros mismos. Incluso me he reído con algunas cosas, me ha parecido ver alguno de los cajones del aparador del comedor de mi casa hace ya mil años ¡la de cosas dispares que había en esos cajones!

    Un beso Katy.

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    1. Es que me ha llegado via e-mail como de Galeano y ahora yo lo compruebo todo, porque si no te cae un chaparrón:-) Cierto yo también me he reconocido en algunos párrafos. Me ha encantado el artículo y me ha parecido muy bien escrito.
      Bss

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  9. Me alegra que ya estés de vuelta Katy y que nos traigas artículos tan interesantes como éste.

    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias Leti por la visita. Y me alegro que te gustara el articulo. Son los signos de los tiempos.
      Bss

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  10. No cualquier tiempo pasado fue mejor, pero en nombre de la modernidad se han tirado por la borda muchos valores humanos, ecológicos y sociales.
    Ya ves que estoy de vuelta. Un abrazo Katy

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    1. Bienvenida. Me alegro que hayas encontrado el camino de vuelta a casa. A veces cuesta mucho retomar, sobre todo cuando quedan cosas pendientes.
      Eso es lo malo que cuando tiramos lo hacemos sin seleccionar y con lo inservible se va parte de lo válido.
      A mi queda aún hacer limpia en el trastero:-)
      Bss

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  11. Estupendo artículo, Katy. No soy partidaria de guardar todo, solo lo que para mi tiene un valor sentimental, por ejemplo el último jersey que regalé a mi hermano, cuando se fue me lo traje y aquí está como recuerdo. No entiendo a la gente con síndrome de Diógenes. Hace poco desalojamos la casa de mi suegra, había que hacer una limpia porque tooooooodo lo guardaba, puedo asegurarte que tiramos más de treinta bolsas de cosas inútiles y descabaladas. La paliza aún la recuerdo.

    Un abrazo vecina.

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    1. El síndrome de Diógenes lo padece mucha gente que en su día lo pasó muy mal y no encontró el camino al progreso. Yo también guardo el pijama de mi padre con el que ingresó para no volver. Pero no me he quedado con todo su armario ropero.
      Eso hicimos nosotros.
      Me encanta buscar el término medio.
      Bss

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  12. Dependerá de cuales sean las cosas que se vayan a utilizar, las hay que son imprescindibles y cuando se estropean es mejor cambiar, por que a veces el echo de arreglarlo cuesta más que lo nuevo.Sin embargo hay muchas otras que es bueno reciclar, sencillamente por que ayudamos al medio ambiente a ser respetado y cuidado, pero sea como sea, dependerá en cierta manera de cada uno. En nuestro interior también hay muchas cosas que caben desechar para llenarnos de nuevas experiencias que nos ayuden a renovarnos, pero también es bueno tener recuerdos que en momentos duros nos pueden ayudar a superar aquello que nos confunde.
    Besos.

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    1. Por supuesto no se trata de hacer un granero ni tampoco tirar la casa por la ventana. Esta experiencia es prácticamente la de nuestros padres y abuelos que de guardar y ahorra como hormiguitas han de visto de repente que todo lo que hacia la generación siguiente para ellos era derrochar. y eso que yo aún no llegué como madre a pañales desechables y si como abuela. Estaba encantada.
      Es bueno reflexionar sin hacer juicios de valor pues nadie calza los zapatos de otro.
      Bss

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  13. Hoy nos parece impensable ir a la tienda cargando con los envases vacíos, pero el desafuero que padecemos y pagamos tiene mucho que ver con esta implantación del usar y tirar que ahora se hace extensible también a asuntos bastante más delicados.
    Besos.

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    1. El periodista habla de lo cotidiano, de lo que fue.
      Pero lo que dices es harina de otro costal. Si hablamos de los valores y la nueva filosofía de vida ya da para otro post.
      Yo ya estoy para tirar también.
      Bss

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  14. Sera la edad...no se???
    Pero estoy dejando los espacios mas libres y son pocos los recuerdos que voy guardando.
    He preferido ir regalando tantas cosas que guardaba, no se para que!!!!
    Poco trabajo tendran mis nueras el dia que no esté.
    Prefiero disfrutarlo ahora!!!! y verlo disfrutar en los demás!!!!!

    Cariños

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Gracias por tu pasos y mucho agradezco que dejes tu huella,

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