La crítica cariñosaEl Maestro podía ser enormemente crítico cuando pensaba que la crítica era necesaria. Pero, por sorprendente que pueda parecer, nadie tomaba a mal sus reprimendas.Cuando alguien le preguntó la razón de ello, el Maestro respondió:
-" Todo depende de cómo lo haga uno. Los seres humanos son como las flores. abiertas y receptivas al manso rocío, pero cerradas y reacias al violento aguacero».
La eficacia del perdón
Mi vida es como un cristal hecho pedazos», dijo el visitante.«Mi alma está corrompida por el mal ...
-¿Puedo tener alguna esperanzas
-«Sí», dijo el Maestro.
«Hay algo con lo que se repara cualquier cosa rota y se limpia cualquier mancha».
-«¿Y qué es?»
-«El perdón».
-«¿Y a quién he de perdonar?»
-«A todos:
a la vida,
a Dios,
a tu prójimo ...
y, sobre todo, a ti mismo».
-«¿Y cómo se hace?»
-«Comprendiendo que no hay que culpar a nadie», dijo el Maestro, «A NADIE».
-" Todo depende de cómo lo haga uno. Los seres humanos son como las flores. abiertas y receptivas al manso rocío, pero cerradas y reacias al violento aguacero».
La eficacia del perdón
Mi vida es como un cristal hecho pedazos», dijo el visitante.«Mi alma está corrompida por el mal ...
-¿Puedo tener alguna esperanzas
-«Sí», dijo el Maestro.
«Hay algo con lo que se repara cualquier cosa rota y se limpia cualquier mancha».
-«¿Y qué es?»
-«El perdón».
-«¿Y a quién he de perdonar?»
-«A todos:
a la vida,
a Dios,
a tu prójimo ...
y, sobre todo, a ti mismo».
-«¿Y cómo se hace?»
-«Comprendiendo que no hay que culpar a nadie», dijo el Maestro, «A NADIE».
La religión " sociológica "La gente se escandalizaba cuando
oía decir al Maestro que la verdadera religión no era un asunto sociológico. Y ponía este ejemplo:
-Érase un osezno polar que un día le preguntó a su madre:
-«Mami, ¿papá era también un oso polar?»
-«Por supuesto que era un oso polar».
Al cabo de un rato, volvió a preguntar:
-«Dime, mami, ¿también el abuelo fue un oso polar?»
-Claro que sí. También el abuelo».
-«Y el bisabuelo, ¿también él fue un oso polar?»
-«Sí, también el bisabuelo ...
¿A qué viene tanta pregunta?»
-«Es que me estoy congelando».
Y concluía el Maestro:
-«La religión no tiene nada de sociológico ni de heredado.Es un asunto sumamente personal».
La voz del silencio
Cautivado por la melodioso voz con que el Maestro cantaba versos en sánscrito,
un experto en este idioma dijo:
-«Siempre he sabido que no hay en la tierra otro idioma como el sánscrito para expresar las realidades divinas».
-«No seas estúpido», le dijo el Maestro; «el idioma de la divinidad no es el sánscrito, sino el Silencio».
oía decir al Maestro que la verdadera religión no era un asunto sociológico. Y ponía este ejemplo:
-Érase un osezno polar que un día le preguntó a su madre:
-«Mami, ¿papá era también un oso polar?»
-«Por supuesto que era un oso polar».
Al cabo de un rato, volvió a preguntar:
-«Dime, mami, ¿también el abuelo fue un oso polar?»
-Claro que sí. También el abuelo».
-«Y el bisabuelo, ¿también él fue un oso polar?»
-«Sí, también el bisabuelo ...
¿A qué viene tanta pregunta?»
-«Es que me estoy congelando».
Y concluía el Maestro:
-«La religión no tiene nada de sociológico ni de heredado.Es un asunto sumamente personal».
La voz del silencio
Cautivado por la melodioso voz con que el Maestro cantaba versos en sánscrito,
un experto en este idioma dijo:
-«Siempre he sabido que no hay en la tierra otro idioma como el sánscrito para expresar las realidades divinas».
-«No seas estúpido», le dijo el Maestro; «el idioma de la divinidad no es el sánscrito, sino el Silencio».
La educación de los hijos
A unos padres preocupados por la educación de sus hijos, les citó el Maestro un dicho rabínico:
«No reduzcas a tus hijos a lo que tú hayas aprendido, porque ellos han nacido en otra época».
La falsa humildadAl Maestro le divertía sobremanera esa falsa autoestima que intenta pasar por humildad.
Y ésta es la parábola que en cierta ocasión contó a sus discípulos:
Dos hombres, un sacerdote y un sacristán, acudieron a una iglesia a orar. El sacerdote, dándose golpes de pecho, exclamaba fuera de sí: .
-«¡Señor, soy el más vil de los hombres y el más indigno de tu gracia! ¡Soy un desastre y una nulidad! ¡Ten compasión de mí!»
No lejos del sacerdote, el sacristán también se daba golpes de pecho y gritaba lleno de fervor:
-«¡Ten compasión de mí, Señor, que soy un pecador y un miserable !»
El sacerdote, al oírlo, se volvió arrogante hacia él y dijo:
-«¡Lo que faltaba: mira quién se atreve a decir que es un miserable ... !»
El precio del soborno«¿Cómo se reconoce a la persona iluminada?»
«No reduzcas a tus hijos a lo que tú hayas aprendido, porque ellos han nacido en otra época».
La falsa humildadAl Maestro le divertía sobremanera esa falsa autoestima que intenta pasar por humildad.
Y ésta es la parábola que en cierta ocasión contó a sus discípulos:
Dos hombres, un sacerdote y un sacristán, acudieron a una iglesia a orar. El sacerdote, dándose golpes de pecho, exclamaba fuera de sí: .
-«¡Señor, soy el más vil de los hombres y el más indigno de tu gracia! ¡Soy un desastre y una nulidad! ¡Ten compasión de mí!»
No lejos del sacerdote, el sacristán también se daba golpes de pecho y gritaba lleno de fervor:
-«¡Ten compasión de mí, Señor, que soy un pecador y un miserable !»
El sacerdote, al oírlo, se volvió arrogante hacia él y dijo:
-«¡Lo que faltaba: mira quién se atreve a decir que es un miserable ... !»
El precio del soborno«¿Cómo se reconoce a la persona iluminada?»
-«Porque, habiendo visto el mal como mal, la persona iluminada no puede hacerlo», dijo el Maestro. Y añadió:
-«Tampoco puede ser tentada. Si lo es, se trata de un impostor».
Y contó la historia de un contrabandista que huyendo de la policía, pidió a un monje con fama de santo que le escondiera la mercancía, porque, dada su reputación, nadie sospecharía de él.
El monje se irguió indignado y ordenó al tipo que abandonara el monasterio al instante.
-«¡Te daré cien mil dólares por el favor!», le dijo el contrabandista.
El monje dudó ligeramente antes de negarse.
-«Doscientos mil ...»
Pero el monje volvió a rechazar la oferta.
«¡ Quinientos mil! »
Entonces el monje esgrimió amenazante un grueso bastón y le gritó:
« Marcha de aquí, ahora mismo, estás acercándote demasiado a mi precio ».
La fuente de ingresos.
-« Sólo un imbécil dudaría en renunciar a todo cambio de la Verdad», dijo el Maestro.
Y contó la siguiente parábola:
En un pequeño país, se descubrió que el subsuelo era un inmenso yacimiento petrolífero. Lógicamente, los que tenían tierras se apresuraron a vender a las compañías petrolíferas, a cambio de verdaderas fortunas, hasta el último metro cuadrado.
Pero una anciana dama se negaba en redondo a desprenderse de sus tierras. Las ofertas alcanzaron cifras realmente astronómicas, hasta que una compañía afirmó estar dispuesta a aceptar el precio que ella quisiera.
Pero ella se mantuvo tan firme que un amigo suyo, que no lo comprendía, le preguntó la razón de su actitud.
Y la anciana le respondió:
-«¿No ves que, si vendo mis tierras, perderé mi única fuente de ingresos?»
Los adelantos modernos.El Maestro enseñaba que el cambiar, aunque fuera para bien, conllevaba siempre efectos secundarios que convenía examinar con cuidado antes de decidir el cambio.
La invención de la pólvora significó una estupenda protección contra los animales salvajes, pero también dio lugar a las guerras modernas; el automóvil agilizó las comunicaciones, pero también agravó la contaminación atmosférica; la tecnología moderna salva muchas vidas, pero también suprime una serie de esfuerzos físicos, con lo que nuestros cuerpos se debilitan.
La tecnología moderna
Un día, hablando de la tecnología moderna, el Maestro contó el caso de un amigo suyo que pretendía infundir a sus hijos el gusto por la música, para lo cual les compró un piano. Cuando llegó a su casa aquella misma noche, encontró a sus hijos contemplando el piano absolutamente perplejos. Y, al ver a su padre, le preguntaron:
-¿Cómo se enciende?»
« Acción desinteresada »Alguien preguntó al Maestro qué significaba «acción desinteresada»..
Y él respondió:
-«La acción que es querida y realizada por sí misma, no por el reconocimiento, la utilidad o la ganancia que pueda reportar». Y contó el caso de un individuo que fue contratado por un investigador, el cual le condujo a un patio, le dio un hacha y le dijo:
-«¿Ve usted ese tronco?
Pues bien, quiero estudiar en usted todos los movimientos que se ejecutan para cortarlo ...
Sólo que deberá usted emplear el lado romo del hacha, no el filo. Le daré cien dólares por hora».
El hombre creyó que aquel tipo estaba loco, pero la paga parecía excelente, de manera que puso manos a la obra. Sin embargo, dos horas más tarde le dijo:
-«Lo siento, señor, pero abandono ...»
-«¿Qué pasa? ¿No está usted conforme con la paga estipulada? ¡Le daré el doble!»
->No es eso», dijo el otro. «La paga está bien. Lo único es que, cuando corto leña, estoy acostumbrado a ver volar las astillas».
El Padre Jesuita de la India, Anthony de Mello (1931-1987), es muy conocido debido a sus numerosas publicaciones, las cuales, traducidas a diversas lenguas, han alcanzado una notable difusión en muchos países, aunque no siempre se trate de textos autorizados por él. Sus obras, que tienen casi siempre la forma de historias breves, contienen algunos elementos válidos de la sabiduría oriental, que pueden ayudar a alcanzar el dominio de sí mismo, romper los lazos y afectos que nos impiden ser libres, y afrontar serenamente los diversos acontecimientos favorables y adversos de la vida. Particularmente en sus primeros escritos, el P. de Mello, no obstante las influencias evidentes de las corrientes espirituales budista y taoísta, se mantuvo dentro de las líneas de la espiritualidad cristiana
-«Tampoco puede ser tentada. Si lo es, se trata de un impostor».
Y contó la historia de un contrabandista que huyendo de la policía, pidió a un monje con fama de santo que le escondiera la mercancía, porque, dada su reputación, nadie sospecharía de él.
El monje se irguió indignado y ordenó al tipo que abandonara el monasterio al instante.
-«¡Te daré cien mil dólares por el favor!», le dijo el contrabandista.
El monje dudó ligeramente antes de negarse.
-«Doscientos mil ...»
Pero el monje volvió a rechazar la oferta.
«¡ Quinientos mil! »
Entonces el monje esgrimió amenazante un grueso bastón y le gritó:
« Marcha de aquí, ahora mismo, estás acercándote demasiado a mi precio ».
La fuente de ingresos.
-« Sólo un imbécil dudaría en renunciar a todo cambio de la Verdad», dijo el Maestro.
Y contó la siguiente parábola:
En un pequeño país, se descubrió que el subsuelo era un inmenso yacimiento petrolífero. Lógicamente, los que tenían tierras se apresuraron a vender a las compañías petrolíferas, a cambio de verdaderas fortunas, hasta el último metro cuadrado.
Pero una anciana dama se negaba en redondo a desprenderse de sus tierras. Las ofertas alcanzaron cifras realmente astronómicas, hasta que una compañía afirmó estar dispuesta a aceptar el precio que ella quisiera.
Pero ella se mantuvo tan firme que un amigo suyo, que no lo comprendía, le preguntó la razón de su actitud.
Y la anciana le respondió:
-«¿No ves que, si vendo mis tierras, perderé mi única fuente de ingresos?»
Los adelantos modernos.El Maestro enseñaba que el cambiar, aunque fuera para bien, conllevaba siempre efectos secundarios que convenía examinar con cuidado antes de decidir el cambio.
La invención de la pólvora significó una estupenda protección contra los animales salvajes, pero también dio lugar a las guerras modernas; el automóvil agilizó las comunicaciones, pero también agravó la contaminación atmosférica; la tecnología moderna salva muchas vidas, pero también suprime una serie de esfuerzos físicos, con lo que nuestros cuerpos se debilitan.
La tecnología moderna
Un día, hablando de la tecnología moderna, el Maestro contó el caso de un amigo suyo que pretendía infundir a sus hijos el gusto por la música, para lo cual les compró un piano. Cuando llegó a su casa aquella misma noche, encontró a sus hijos contemplando el piano absolutamente perplejos. Y, al ver a su padre, le preguntaron:
-¿Cómo se enciende?»
« Acción desinteresada »Alguien preguntó al Maestro qué significaba «acción desinteresada»..
Y él respondió:
-«La acción que es querida y realizada por sí misma, no por el reconocimiento, la utilidad o la ganancia que pueda reportar». Y contó el caso de un individuo que fue contratado por un investigador, el cual le condujo a un patio, le dio un hacha y le dijo:
-«¿Ve usted ese tronco?
Pues bien, quiero estudiar en usted todos los movimientos que se ejecutan para cortarlo ...
Sólo que deberá usted emplear el lado romo del hacha, no el filo. Le daré cien dólares por hora».
El hombre creyó que aquel tipo estaba loco, pero la paga parecía excelente, de manera que puso manos a la obra. Sin embargo, dos horas más tarde le dijo:
-«Lo siento, señor, pero abandono ...»
-«¿Qué pasa? ¿No está usted conforme con la paga estipulada? ¡Le daré el doble!»
->No es eso», dijo el otro. «La paga está bien. Lo único es que, cuando corto leña, estoy acostumbrado a ver volar las astillas».
El Padre Jesuita de la India, Anthony de Mello (1931-1987), es muy conocido debido a sus numerosas publicaciones, las cuales, traducidas a diversas lenguas, han alcanzado una notable difusión en muchos países, aunque no siempre se trate de textos autorizados por él. Sus obras, que tienen casi siempre la forma de historias breves, contienen algunos elementos válidos de la sabiduría oriental, que pueden ayudar a alcanzar el dominio de sí mismo, romper los lazos y afectos que nos impiden ser libres, y afrontar serenamente los diversos acontecimientos favorables y adversos de la vida. Particularmente en sus primeros escritos, el P. de Mello, no obstante las influencias evidentes de las corrientes espirituales budista y taoísta, se mantuvo dentro de las líneas de la espiritualidad cristiana
Interesante de nuevo lo que aqui nos escribes Katy. De nuevo gracias! Tienes aquí una seguidora incondicional! Bsos!!
ResponderEliminarBonitas "parábolas" con moraleja oculta nos dejas, Katy.
ResponderEliminarMagníficas para hacer trabajar a la mente.
Besos.
Gracias Neith por tu fidelidad. Estoy encantada de tenerte como seguidora.
ResponderEliminarUn beso
Hola Elena, la espiritualidad de Anthony de Mello es especial, llega a todos creyentes y no creyentes que buscan mejorar su vida y crecer como personas. Me encanta y me alegra compartirlo
ResponderEliminarUn beso
Más fábulas interesantes de de Mello, qué mano tienes para escoger, Katy.
ResponderEliminarLa crítica cariñosa es algo que profesionalmente he tenido que aplicar muchas veces, y es bien real.
Es muy bueno en el campo de la autoayuda.
Besos
Hola Katy!! Hermosas reflexiones. Me gustaron todas y la del silencio me pareció maravillosa.
ResponderEliminarBesossss
No conocía a Anthony de Mello y la verdad es que me gusta mucho, te hace ver las cosas de la forma más simple y sencilla posible.
ResponderEliminarGracias por haberlo compartido.
Un abrazo
Hola Nikkita, la crítica cariñosa en realidad es la corrección fraterna, y si lo haces para beneficiar a la persona no es tal.
ResponderEliminarBesoso
No sabes como me gusta que te guste. La del silencio tiene mucha sabiduría. Es ahí donde está todo
ResponderEliminarBesos
Hola Gata que no le conocieras es lo de menos, lo mejor es que te haya gustado de lo cual me alegro
ResponderEliminarUn beso
Hola otra vez, je je je.... yo no lo aplicaría solo como algo fraternal, iría más allá. Siempre que haces una crítica (o una reprimenda), has de evitar "el violento aguacero" para conseguir que a quien se la haces sea receptivo. Es a lo que me refería antes. Lo que no sirve para nada es hacerlo cuando la persona está cerrada en banda, porque no le llega el mensaje.
ResponderEliminarMuchos besos.
Hola Nikkita, ya me iba a la cama cuando antes de mandar un e-mail he visto tu comentario. Gracias por tu punto de vista que está bien,, es más profesional. Evidentemente en el tarbajo a tu compañero, o a un vecino no le vas a soltar una parrafada cuando está en pleno cabreo, ni a nadie :-)
ResponderEliminarHay que hacerlo cuando se enfrie. Cierto, buena observación. (Cuanto sabes!!!)
Un abrazo