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La vida es corta para levantarnos por la mañana con tristezas, nadie dice que será fácil, sólo te puedo asegurar que valdrá la pena

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sábado, 17 de enero de 2009

Me estoy haciendo mayor


A medida de que nos vamos haciendo mayores nos cuesta aceptar que los más jóvenes vayan descubriendo nuestras limitaciones, porque en el fondo nosotros tampoco queremos verlas. Antes eramos los protagonistas de su historia. Contaban con nosotros para todo. No daban un paso sin consultarnos. Y ahora contemplamos no sin estupor de que la experiencia que hemos ido acumulando a lo largo de tantos años, ni les interesa, ni les sirve de nada. Todo ha cambiado. Pero aún es peor constatar en los que son más mayores cómo adquieren comportamientos totalmente incomprensibles ante nuestros ojos. Personas que han sido en su día nuestros puntos de referencia, modelos a seguir ahora recurren a los celos, a las enfermedades a las continuas quejas como forma de existir y de llamar nuestra atención. Contemplamos como no nos entienden y mucho menos a los más jóvenes cuya actitud y forma de pensar no comprenden.
En mi fuero interno me aterra que me pueda pasar los mismo. Llegar a ser intransigente y egoísta, y olvidarme de los principios que han regido mi paso por este mundo y de lo que he tratado de ser. Me analizo y me pregunto tantas veces si habrá una forma de evitar desde ahora estas formas de comportarse y aceptar con naturalidad el ocaso de la vida. No quisiera causar preocupación a nadie, ni problemas por querer perpetuarme en mis antiguos roles. Me gustaría poder asumir con dignidad esta etapa sin pedir nada, con humildad y serenidad e irme habiendo hecho los deberes lo mejor posible. Confío y creo en que Aquel que me ha creado, me llevará según su proyecto a un mundo mejor.
Me llegó esta oración a las manos y me gusta. Creo que recoge bastante bien la idea que tengo de la vejez y que me gustaria que así fuese.


Señor, enséñame a envejecer como cristiano.
Convénceme de que no son injustos conmigo:
los que me quitan responsabilidades;
los que ya no piden mi opinión;
los que llaman a otro para que ocupe mi puesto.
Quítame el orgullo de mi experiencia pasada
y el sentimiento de que soy indispensable.
Pero ayúdame, Señor, para que siga siendo útil a los demás,
contribuyendo con mi alegría al entusiasmo
de los que ahora tienen responsabilidades.
Y que acepte mi salida de los campos de actividad,
como acepto con sencilla naturalidad la puesta del Sol.
Finalmente te doy gracias,
pues en esta hora tranquila caigo en la cuenta de lo mucho que me has amado.
Concédeme que mire con gratitud
hacia el destino feliz que me tienes preparado.
¡Señor, ayúdame a envejecer así!


José Laguna Menor

3 comentarios:

  1. me gusto, y es una realidad.
    gracias por compártirlo

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  2. A pesar de que sean viejos y mayores, a pesar de que pensemos que ya no nos sirven de referencia, a pesar de muchos pesares, seguiremos aprendiendo de ellos... una de las enseñanzas que sacamos de su comportamiento es no tener nosotros el día de mañana los comportamientos que hoy rechazamos en ellos. Los mayores se resisten, se rebelan, no quieren ser inútiles, es muy duro el sentirse relegado como un viejo mueble en un rincón que ya no lo utiliza nadie, solo se da uno cuenta de que existe cuando tropieza en el...
    Me ha gustado la oración, pero debería de existir también la oración del los maduros, ´jóvenes y niños en relación con los ancianos.

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  3. Muy bonito tu comentario Anónimo. También me ha gustado. Es el contrapunto. Siempre la vieja historia generacional.
    Y a ti Almalu muy agradecida por seguir mi blog Gracias

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Gracias por tu pasos y mucho agradezco que dejes tu huella,

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