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lunes, 23 de noviembre de 2009

NO a la violencia de Genero, 25 de Nov..

«Me pegó una vez, caí sobre mi hijo, y me volvió a pegar» 
A Esperanza se le encogió el alma y se le engordó el cuerpo hasta 105 kilos; a Beatriz le dejó de funcionar el intestino y la memoria; a Elena le aterrorizaba ver el cuchillo que él escondía en la mesilla; a Teresa... 
 MAYTE ALCARAZ Actualizado Domingo , 22-11-09 a las 12 : 32 
«Un día yo me encerré en la habitación. Echó la puerta abajo y me intentó estrangular. Mi rigidez le detuvo. Desde entonces no he podido acostarme con ningún hombre».
 Esta no es la historia de un amor como no habrá otro igual. Desde luego, no es amor, aunque sí hay muchas historias iguales, más de 400.000 en España. 
Es la historia de Beatriz (la única de las cuatro interlocutoras de ABC que ha querido aparecer con su verdadero nombre). ¿Y responde Beatriz al estereotipo de persona sin estudios, sometida y dependiente económicamente de su agresor? No. Es licenciada en Derecho, no estaba sometida (o eso creía ella) y es independiente laboralmente. Ante la periodista se presenta una chica joven, muy bella, con una melena rizada que se rifarían los mejores peluqueros de Madrid. Es la última de las cuatro víctimas del terrorismo machista que abre hoy sus entrañas a la curiosidad periodística. Nos citamos en el Área de Familia y Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid. Salvo mi compañero Ángel de Antonio, que traduce en imágenes el dolor con vistas a la calle de estas cuatro heroinas, todas las sentadas a la mesa somos mujeres. Conmemoramos el dia de la lucha contra la violencia de género, maldita efeméride que se celebra el próximo miércoles. Beatriz, junto a Elena, Esperanza y Teresa se beneficiaron en su día del Servicio madrileño «Mercedes Reyna» para víctimas de violencia y ahora, que ya respiran libres, ayudan a otras desgraciadas y a sus hijos (263 este año), que pasan por lo mismo. Aquellas, como estas, tuvieron primero que acudir a un recurso llamado SAVD 24 horas, una especie de ángel de la guarda, donde reciben el primer consejo, la primera ayuda, el primer aliento. 

El marido de Beatriz sabe que ella tiene un as en la manga: grabó sus amenazas y su reconocimiento expreso de que era un maltratador. Ellos se casaron en 2000 pero en marzo de 2009 la situación era insostenible: «Me insultaba continuamente y luego ya me daba empujones, destrozaba la casa y exhibía cuchillos para amedrentarme». 
¿Y qué hacía ella? Pues recomendarle que fuera al médico, preocuparse por su salud mental... Prueba grabada del maltrato «Él me decía que me quería, que me deseaba —prosigue— pero ni siquiera me t

Ese episodio que apunta Beatriz encabeza este texto y pone los pelos de punta si se escucha en primera persona. Beatriz se rompe y llora. El eyerline de sus ojos, perfectamente trazado, se desdibuja tanto como su lápiz de labios color coral, relamido ya de tantas horas de emociones. Pero, insiste, a modo de bálsamo para sus heridas: «Yo tengo una prueba grabada de que me maltrataba. Y sabe que si la doy a conocer, está acabado». «Él me decía que me quería, que me deseaba pero ni siquiera me tocaba. La mayoría de las broncas se producían en nuestro dormitorio. Hasta que me encerré allí...» ¿Y el marido? 

A la periodista le intriga una frase enigmática de la joven de la melena rizada: «Me pidió en una cláusula del acuerdo que jamás desvelara su identidad». Ir más allá correspondería a otro género periodístico pero es fácil imaginar que se trata de alguien bien situado, ¿Quizá con poder? Lo cierto es que Beatriz ofrece detalles de una vida acomodada, con servicio doméstico, sin privaciones, con un marido de éxito profesional y reconocido prestigio. Pero no hay nombres ni falta que hace. 
Lo importante es que ella terminó la carrera de Derecho y consiguió que disminuyera su estrés: «Era tal mi nivel de nerviosismo que, cuando me hacía heridas, ni lo notaba», musita. Es la única entrevistada que no tuvo hijos, «porque me negué, aunque él insistía». Niños en el psicólogo

Los niños. Casi nadie habla de ellos. Son las víctimas silentes de la inquina de aquellos hombres que les dieron la vida para luego secarles el alma. ABC tiene a tres madres al otro lado de la mesa. 
Esperanza, morena, guapa, de uñas y vestido rojo, tiene un pequeño de cinco años. Empresaria de éxito, su marido le amorataba la vida y ella no denunciaba. «Me acuerdo que la doctora de cabecera me decía que fuera con el parte de lesiones. Y yo, erre que erre, me daba la vuelta a mitad de camino», confiesa. Ella, al contrario que sus compañeras de penalidades, no tenía familia, aunque sí amigos a los que la bestia alejó de su lado. Pero lo peor llegó cuando se quedó encinta. «Me insultaba —relata—, me escupía, y embarazada de siete meses me perseguía por la casa y me empujaba». Hasta que el pequeño nació en medio de la devastación. Lo que cuenta Esperanza, que llegó a ser una obesa mórbida, repugna: «Un día me dio una guantada y me caí encima del niño, al que tenía en brazos. Como le hice daño, lloró y él, como castigo, me volvió a pegar».
 La psicóloga Beatriz Atenciano, presente en esa suerte de terapia de grupo, quiere que quede claro que el maltrato doméstico es familiar, no sólo a la pareja. «Los niños están presentes mientras agreden a sus madres; aunque escuchen desde otro cuarto, son víctimas también. A veces, son golpeados o insultados como forma de maltrato también a ellas». Esta terapeuta, que ha tenido que tratar al bebé de Esperanza, está familiarizada con pequeños de menos de dos años, pacientes con secuelas de la violencia impartida por sus padres. De hecho, pone sobre la mesa el uso que algunos progenitores hacen de las visitas a sus hijos «para transmitirles mensajes insidiosos; amenazarles o envenenarles con que la violencia la causaba su madre...» 
Precisamente estos días, el Congreso de los Diputados tramita una reforma legal que plantea que todos los condenados por maltrato pierdan la custodia de sus hijos. Pero no las visitas. El relato nos devuelve a Esperanza. Tras el doble golpe a madre e hijo, en noviembre de 2007, decidió denunciar a su maltratador. Después vendría la orden de protección. La joven morena es, desde entonces, una de las 97.173 mujeres que en España vive dentro de un cordón sanitario que la aísla del mal a 100 metros a la redonda. Pero su ex, obsesionado con ella, no cejó en la persecución. «Un día en el colegio, me arrinconó y la profesora del niño tuvo que interponerse entre los dos para evitar males mayores», cuenta indignada. Porque los colegios, los bancos, los funcionarios, los ciudadanos en general no están/estamos todavía formados para abordar esta plaga.
Muchos profesores, tal y como cuenta Esperanza, no saben qué hacer en casos como estos en los que un presunto delincuente se salta la ley en un espacio público como es un colegio; tampoco los bancos saben romper los grilletes burocráticos y, dale que dale, siguen manteniendo cuentas a nombre de verdugo y víctima a pesar de que la justicia ha sentenciado al primero; o hasta los Ayuntamientos insisten en mandar los ibis o las tasas de basura de marras a nombre de aquel que fue cabeza de familia y hoy lo es de la ruina familiar... Doctor Jeckyll y Míster Hyde Tras Beatriz y Esperanza, le llega el turno a Elena, la más veterana del grupo. Hace cuatro años rompió con veinte de fatal matrimonio. Psicóloga —paradojas de la vida—, le costó darse cuenta de que tenía la hiena en casa. El ruido de la llave con que entraba en casa su marido era una suerte de «buenos días, tristeza». Profesional liberal de éxito, el esposo era míster Hyde en casa, doctor Jeckyll fuera. 
Su dedicación le obligaba a alternar mucho, hasta llegar «con el puntito a casa», detalla Elena, una mujer simpática a rabiar. Hasta ahora, como recuerda Elena, el alcohol era un atenuante para un agresor; en estos momentos, PP y PSOE están abordando una reforma legal para que las borracheras dejen de aminorar las penas de los maltratadores, aunque tampoco su ingestión agrave la sanción. Incumplió el alejamiento Madre de dos hijos ya mayorcitos, su pareja le obligaba a creer que, pese a que ella tenía su cargo de funcionaria, quien mantenía a la familia era él, agraciado con unos ingresos más suculentos. Nadie a su alrededor podía detectar a la fiera que llevaba el marido dentro puesto que, como los otros tres agresores aquí retratados, desplegaba un don de gentes especial cuando apagaba la luz y cerraba la puerta de su casa. Como otras 262. 213 mujeres en España, a Elena una jueza también le concedió una orden de protección (que incluye medidas de alejamiento pero también otras de carácter penal). Él traspasó la línea un día en la oficina de un Banco, cuando creyó que su ex mujer estaba trabajando y no realizando unas gestiones rutinarias. 
En ese momento, Elena, que no se separa ni un segundo del dispositivo móvil de teleasistencia que le ofreció el Ayuntamiento de Madrid —«éste es», enseña orgullosa a ABC—, apretó un botón y denunció el hecho. Él fue reconvenido y no se acercó más a su víctima. 
La última de las mujeres que reúne este periódico responde al nombre inventado de Teresa. «Licenciado él, licenciada yo. Te lo cuento para que no me lo preguntes», espeta. Así demuestra expeditivamente a este diario que los estereotipos de maltratada y maltratador, que se cuelan por cualquier resquicio de nuestros convencionalismos, son rematadamente falsos. 
Llegó un día hace cuatro años en el que el marido, envalentonado, le magulló el brazo y le dijo que «esto no es una familia, así que vamos a separarnos». Y la echó de casa. A sus hijas, a las que ha seguido viendo porque un juez decidió no interrumpir el régimen de visitas, cierto día les comentó: «Contra vosotras no tengo nada, pero contra vuestra madre, sí». 
Teresa prosigue: «Un día me dijo, con chulería: “Me han aconsejado que no te toque”». Pero sí la tocó, tanto que la pequeña de las hermanas, cuando se enteró de que su padre fue detenido, tan sólo preguntó: «¿Y tiene rejas la cárcel donde está papá? Pues que le dejen allí». Estas cuatro féminas se salvaron por los pelos de alimentar la estadística de 2009, que nos escupe con saña la cifra de 49 asesinadas por sus parejas. Pero habrá que preguntarse qué pasa en un país donde cuatro mujeres maltratadas deben, por miedo, semiocultar su rostro a los ojos de un periódico.

Publicado en ABC ABC baja, horas antes del día internacional contra la violencia de género, a las cloacas del mal http://www.abc.es/20091122/sociedad-/pego-sobre-hijo-volvio-200911220336.html http://www.youtube.com/watch?v=5_5NWchelLw

19 comentarios:

  1. Estremecedor artículo Katy. Al leerlo se me ha puesto la carne de gallina.
    Esta lacra no conoce de clases sociales, está donde menos nos esperamos.
    Es difícil ponerse en el lugar de estas mujeres cuando no se ha padecido el maltrato ni se ha sido testigo, pero sólo empezar a imaginarlo me pone los pelos de punta.
    Terrible, hay que acabar con el problema, y para ello hemos de entender y ayudar a estas mujeres TODOS.

    Besos Katy.

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  2. Pese a todo, las cosas aún eran peores hace 25 años, entonces nadie escuchaba, nadie veia y cuando una mujer se atrevia a denunciar era ella la perseguida y no su verdugo. Hoy al menos se habla del problema. Hoy te doy las gracias de forma muy especial por este post Katy, y por la sensibilidad para exponerlo.
    hoy no te dejo besinos, te dejo un beso enorme y un abrazo apretao.

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  3. Katy, hoy no puedo decirte mucho (mejor dicho, prefiero). Solo espero que algún día aparezca la fórmula para acabar con esta lacra de la sociedad.
    Besos

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  4. Hola Queridas amigas, es terrible, así es. Conozco algún que otro caso de amigas que han pasado por esto. Pero sobre todo recuerdo un caso de cuando era joven 12-13 años en que mis padres ayudaron a una joven y tan joven con dos niños pequeños a salir del infieno en que vivía. Recuerdo una imágen ella llorando con el pequeño en brazos y el ojo morado y llena de hematomas. No se más, pero aquello me dejó marcada.
    Perdonad que os conteste a la vez Elena, Fabia y Nikkita pero no hay mucho más que añadir. A ver cuando se acaba esto de "Que la maté porque era mía". Aunque hay otros muchos maltratos menos visibles pero que dejan una terrible huella también.
    Un beso a las tres muy grande y me alegro de vuestra gran sensibilidad.

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  5. Buenas tardes Katy que cruda y triste realidad la que vivimos hoy en tantos paises, me uno a tu grito, que tengas una buena semana
    besitosss

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  6. Sobrecogedora entrada, Katy.

    En ella queda de manifiesto que el maltratador no responde a ningún estereotipo. No tiene por qué ser un analfabeto, ni un borracho, ni pobre, ni rico, ni nada de nada. Un maltratador es un maltradador. Los hay en todos los niveles sociales.

    No tiene nada que ver con el nivel económico, ni el cultural, ni el social. Tiene que ver con la más profunda y oscura maldad.

    Un beso.

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  7. Hola Lucero es triste pero está ahi, acechando en muchos lugares y actuando en otros.
    Solo nos queda solidarizarnos.
    Un beso amiga

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  8. Hola amigo Perikiyo, el aldo oscuro de las personas. O tienen un chip trastocado, En cualquier caso el hombre que es capaz de las máyores bondades es capaz de la peores maldades. Y mal existe aunque nos resistamos a verlo.
    Un abrazo y gracias por estar siempre

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  9. Es terrible que pase esto... y lo más terrible de todo es que la sociedad no hace lo suficiente.
    Es cierto que hay personas como Neyra, que ponene en riesgo sus vidas para ayudar a una mujer que está siendo maltratada; pero también es cierto, que hay un mayor número de personas que prefieren ignorar este problema, desentenderse de esta lacra.
    Pienso que si las autoridades se lo tomasen más en serio, ésto cada vez ocurriría menos en lugar de seguir igual o incrementarse.
    Un abrazo

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  10. Hola Gata, creo que hay que educar primero. No se puede poner un poli por cada maltratador. Si quieren te la buscan tarde o tempranos porque están al acecho. También es cultural. Aún hay hombres que se creen que las mujeres les pertenecen.El caso que el problema está ahi, encima de la mesa. Y hay muchas mujeres que viven aterrorizadas y tiene miedo.
    Un beso

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  11. Querida Katy...
    Me has pillado leyendo por ahí, sí que estoy conectada...
    La muela hoy ya muy bien, mañana me quitan los puntos y la hinchazón ya baja. Estoy contenta. Muchísimas gracias por preocuparte. Te lo agradezco mucho.
    Por cierto, he intentado votar por tu blog, pero no me aclaro. ¿hay que registrarse? mañana con más tiempo, lo intentaré de nuevo.
    Un abrazo enorme

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    HOLAAA AMIGA QUE PENA QUE PASEN ESTAS COSAS, SOLIDARISARNOS Y APOYAR A QUIEN LO SUFRE, QUE TENGAS UNA SEMANA GENIALL
    SALUDOS CHRISSSSSSSSSSSSSSSSSS

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  13. Hola amigque puedo decirte me parte el alma ver en las noticias cuando muere una mujer a casusa de su ser querido ojala acabemos con esto, que tengas una lindisima semana
    besitosssss

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  14. Pues si, estremecedor el post, estremecedora es la realidad.
    Gritemos fuerte contra el maltrato.
    Un beso.

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  15. Katy, es terrible lo que nos cuentas en este post, y la verdad es que a mi me parece que las leyes deberían ser más duras para los maltratadores, y sobre todo, hay que denunciar estos hechos, cualquier tipo de maltrato, no callarnos, denunciarlos, aunque también es cierto que antes no se denunciaban tanto como ahora.

    ¡¡¡BASTA YA DE TANTA VIOLENCIA DE GÉNERO!!!!!

    Un beso.

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  16. Gracias Chris por pasarte y dejar tu comentario solidario.
    Un abrazo

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  17. Gracias Sandra, las dos hemos compartido esta noticia solidaria.
    Un beso y ojalá que sembrando veamos la salida del túnel.

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  18. Hola Gaia56. Muchas gracias por pasarte por este blog y sumarte a tantas voces que hoy se levantan a favor de las mujeres que padecen mal trato.
    Un saludo especial

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  19. Hola María nos hemos inetercambiado las voces en nuestros blogs que denuncian esta lacra actual de nuestros días.
    Un beso y gracias por pasarte

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Gracias por tu pasos y mucho agradezco que dejes tu huella,

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